Arquitectura de las Emociones
Cómo las emociones influyen en la arquitectura
La arquitectura emocional, surgida en México a mediados del siglo XX, es una corriente que busca crear espacios que evoquen respuestas emocionales en sus habitantes, trascendiendo la mera funcionalidad para convertir la arquitectura en una experiencia sensorial y artística.
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Obras icónicas de Luis Barragán
Luis Barragán, arquitecto galardonado con el Premio Pritzker, creó obras icónicas que ejemplifican la arquitectura emocional en México. Entre sus proyectos más conocidos figuran:
- Casa Barragán (1948): La residencia personal y estudio de Barragán, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, muestra su dominio del color, la luz y las materias primas para crear espacios emocionalmente evocadores.
- Torres de Satélite (1957): En colaboración con Mathias Goeritz, esta escultura urbana de Ciudad de México presenta cinco torres prismáticas de colores vibrantes que marcan la entrada a un nuevo distrito.
- Cuadra San Cristóbal (1968): Esta finca ecuestre combina abstracciones geométricas con simbolismo regional, con enormes muros horizontales, pequeñas aberturas y un inteligente uso del rosa y el amarillo.
- Casa Gilardi (1976): El último proyecto residencial de Barragán es quizás el más colorido, ya que incorpora un árbol en el diseño y muestra su característico uso de atrevidos tonos mexicanos y elementos naturales como la luz y el agua.
La obra de Barragán se caracteriza por el uso de texturas rugosas, colores intensos y el juego de luces y sombras para crear espacios que provocan respuestas emocionales y reflejan la identidad cultural mexicana.
La influencia artística de Mathias Goeritz
Mathias Goeritz, artista y arquitecto de origen alemán, desempeñó un papel fundamental en la configuración del concepto de arquitectura emocional en México. Su contribución más significativa fue la creación del Museo Experimental El Eco en Ciudad de México en 1953, que sirvió como manifiesto de sus ideas sobre la arquitectura emocional. Goeritz desafió el enfoque funcionalista imperante, abogando por espacios que evocaran respuestas espirituales y emocionales a través del uso del color, la forma y la textura.
La influencia de Goeritz se extendió más allá de la arquitectura, a diversos medios artísticos. Experimentó con la escultura monumental, la poesía concreta y los monocromos dorados, incorporando a menudo simbolismo religioso y elementos repetitivos en su obra. Su enfoque colaborativo, ejemplificado por su asociación con Luis Barragán en proyectos como las Torres de Satélite, ayudó a tender puentes entre el arte y la arquitectura, fomentando un entorno multidisciplinar que daría forma al futuro del modernismo mexicano.
Impacto emocional del color
En la arquitectura emocional, el color desempeña un papel crucial en la configuración de las respuestas psicológicas y fisiológicas de los ocupantes. Arquitectos como Luis Barragán emplearon estratégicamente tonos vibrantes para evocar emociones específicas y crear espacios memorables. Por ejemplo:
El rojo y el naranja estimulan la excitación y la energía, y suelen emplearse en espacios dinámicos como cafeterías o lugares de trabajo creativos.
El azul y el verde fomentan la calma y la relajación, por lo que son adecuados para instalaciones sanitarias y centros de meditación.
El amarillo evoca felicidad y optimismo, y suele aplicarse en espacios infantiles y zonas destinadas a levantar el ánimo.
El blanco puede crear una sensación de pureza y amplitud, pero también puede resultar estéril si se usa en exceso.
El impacto emocional del color en la arquitectura va más allá de la estética e influye en el comportamiento, la percepción del espacio y el bienestar general de los habitantes. Al seleccionar y combinar cuidadosamente los colores, los arquitectos emocionales crean entornos que resuenan profundamente con las emociones humanas y el simbolismo cultural.